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18 abr 2011

El abuelo



Apoyado en su cayado, calla,
amortiguando el odio
por detrás de la ventana                                                     
y recuerda
cómo un camarada cayó                                                      
en el frente.

El lápiz no duele la palabra
                                   que no se dice;
los silencios, silencian la memoria
y una mirada perdida,
pierde un tiempo que le sobra.

Pasos lentos,
su alma ya no puede rendir
cuentas al tiempo.

Pasos tranquilos
esquivan las lagunas
que la vida da.

Y su mano, junto a la mía
estrecha el eslabón
de mi compañía.

Llevaba un seno al aire y…


Llevaba un seno al aire,
y en las manos una pregunta:
           
            ¿Me quieres?

¿Por qué no?, contestaron mis labios.

Unas manos roban un suspiro
y unos labios te piden un beso
que inocentemente das.

Sentiremos la suave brisa
            en nuestros cuerpos.

Llevaba un seno al aire,
y en las manos una pregunta:


            ¿Me amas?

            Sí, contesté.

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